José del Castillo Pichardo
Historiador, sociólogo y escritor
Diariolibre.com.do
1947 fue un buen año para Trujillo. Clausurado el "interludio de tolerancia", removidos en junio los incómodos pro democracia Braden y Briggs del Departamento de Estado y abortada la invasión de Cayo Confites en septiembre, el reelecto presidente, ahora convertido en cruzado anticomunista, pudo respirar tranquilamente al amparo de la sombrilla de la Guerra Fría y las prioridades de la doctrina Truman de contención del comunismo.
Aun así, en junio de 1949 debió sofocar sin mayores contratiempos una incursión armada de sus enemigos externos procedente de Guatemala, que contó con la complicidad de Costa Rica y Cuba, así como de facilidades de autoridades de México. Planificada con el apoyo de una contraparte local de los hombres del Frente Interno.
Esta vez, una pequeña fuerza multinacional de 12 hombres comandada por Horacio Julio Ornes, que partió del lago Izabal en Guatemala, logró alcanzar territorio dominicano acuatizando en la bahía de Luperón en un hidroavión Catalina.
El principal contingente que venía en otros dos aviones quedó entrampado en el trayecto. Una nave -en la que viajaba el general Juancito Rodríguez y el Dr. Eufemio Fernández, jefe de la policía secreta de Cuba bajo la presidencia de Prío- debió aterrizar de emergencia en una playa de la península de Yucatán en medio de una tormenta.
La otra fue apresada en el aeródromo de la isla mexicana de Cozumel, donde hizo escala para reabastecerse de combustible, siendo detenidos sus ocupantes, encabezados por el general Miguel Angel Ramírez Alcántara. Otros dos aviones rentados (uno mexicano y otro norteamericano) abandonaron la empresa en la víspera, desertando los pilotos con el dinero.
Como si esto fuera poco, la inteligencia del régimen infiltró el Frente Interno a través del ex capitán Antonio Jorge Estévez -quien al ganar la confianza de los líderes de Puerto Plata viajó como emisario a Puerto Rico y tuvo acceso a los planes expedicionarios-, permitiéndole a Trujillo desinformar a la organización y dislocar las ubicaciones de los grupos locales que debían servir de contraparte.
En adición, según afirma Bernardo Vega en Global no.22, quince días antes del desembarco de Luperón un republicano español se apersonó ante el embajador dominicano en México, Dr. Joaquín Balaguer, para denunciar la invasión. Fue llevado el 16 de junio ante el Jefe por Anselmo Paulino con el propósito de armar un plan de contingencia, justo a tres días del desembarco de Luperón.
Juancito Rodríguez ataca de nuevo
En esta oportunidad, Juancito Rodríguez se hizo asesorar por un grupo de republicanos veteranos de la Guerra Civil Española y de la resistencia francesa contra los nazis, entre los cuales estaba el teniente coronel Alberto Bayo, quien luego entrenaría a Fidel Castro y al Che Guevara en México para la expedición del Granma.
Nueva vez, el general Rodríguez -con su dinero, liderazgo y tenacidad- figuraba como el jefe supremo de la revolución, secundado en el plano militar por Ramírez, Ornes y Fernández.
Por su ascendencia en la política de Centroamérica se granjeó el respaldo pleno del gobierno de Juan José Arévalo en Guatemala y el más discreto de José Figueres en Costa Rica. Completó su esquema designando como delegado en Cuba a Juan Bosch -influyente en el entorno del presidente Carlos Prío-, y lo propio en México al Dr. José Antonio Bonilla Atiles, quien diligenció la colaboración de estamentos del gobierno mexicano en algunos detalles operativos.
La conexión de esta empresa con Costa Rica tuvo su origen en la revolución producida en ese país en 1948, que llevó a Figueres al poder. La cual se benefició de las armas devueltas por el gobierno cubano a Juancito Rodríguez -quien tenía su base en Guatemala y había logrado el reintegro de parte del arsenal de Cayo Confites en su calidad de jefe y principal financista de esa expedición- y del aporte de veteranos del Cayo como Horacio Julio Ornes y Miguel A. Ramírez Alcántara, ambos considerados héroes del llamado Ejército de Liberación Nacional. Ornes comandó la Legión Caribe que tomó Puerto Limón y Ramírez Alcántara fue determinante en la batalla de San Isidro del General.
Durante 18 meses, Figueres encabezó la Junta Fundadora de la Segunda República que procedió, mediante decretos de ley, a establecer los derechos sociales, nacionalizar la banca, crear el Instituto Costarricense de Electricidad y la Oficina de Café, aboliendo finalmente el ejército, medidas consagradas en la Constitución de 1949.
En su efímero tránsito como ministro de Relaciones Exteriores, entre abril y mayo de 1948, don Pepe Figueres rompió relaciones diplomáticas con el régimen de Trujillo en reciprocidad a la ayuda de los exiliados dominicanos en el triunfo de su Ejército de Liberación Nacional.
Hombres del Cayo
Estos hombres dirigirían en junio de 1949, con el general Rodríguez a la cabeza, la nueva intentona para derrocar a Trujillo. Tanto Ramírez Alcántara, Ornes, y Eufemio Fernández, al igual que los expedicionarios de Luperón Tulio H. Arvelo, Miguel A. Feliú Arzeno, Federico "Gugú" Henríquez y José Rolando Martínez Bonilla, estuvieron previamente en el Cayo, siendo así esta empresa una continuidad reducida de la anterior.
Sin los aprestos del proyecto de Confites, que fue concebido como una invasión masiva acompañada de bombardeo aéreo, desembarco marítimo de infantería y lanzamiento de paracaidistas, al estilo de la practicada por los aliados en Normandía, en esta ocasión el enfoque estratégico descansó en la movilización aerotransportada de una fuerza élite de veteranos, junto a una gran cantidad de armas que serían aprovechadas por hombres preseleccionados del denominado Frente Interno, a los cuales se les sumarían otros voluntarios.
Ornes Coiscou relata en su obra "Desembarco en Luperón" (prologada por Juan José Arévalo), que el plan era provocar un levantamiento interno armando a unos 1,200 insurgentes, número reducido a la tercera parte por razones de transporte. Como en otros planes de los exiliados, se asumía la premisa equivocada de un potencial estado insurreccional en el ánimo de la población.
Pero una vez más Trujillo se saldría con las suyas. El maleficio histórico que ha condenado a todas las expediciones dominicanas fraguadas desde el exterior para cambiar el orden de las cosas en Santo Domingo obraría a favor del dictador. No sólo la población negó apoyo al pequeño contingente que llegó a pisar suelo dominicano, sino que este grupo apenas representaba la sexta parte de la fuerza expedicionaria original que partió desde Guatemala.
En efecto, tres grupos debieron arribar a tres puntos diferentes de la geografía nacional. El mayor, de 37, comandado por Juancito Rodríguez, debía desembarcar en el Cibao, ya en Constanza o en otro punto de La Vega, base social del rico hacendado.
El segundo, dirigido por Ramírez Alcántara, formado por 25 hombres, aterrizaría en San Juan de la Maguana, solar familiar del general. Mientras que el menor, de 12 combatientes, capitaneado por Ornes, lo haría por Luperón, Puerto Plata (provincia de donde era oriundo Ornes y desde cuya ciudad cabecera debía salir a su encuentro un grupo del Frente Interno), acuatizando el 19 de junio en un hidroavión Catalina. Ocho dominicanos, un costarricense y tres nicaragüenses. Y como era costumbre, una tripulación de piloto, copiloto e ingeniero de vuelo, formada por tres norteamericanos.
Carbonizados en el Catalina al explotar los tanques de combustible por ametrallamiento practicado por un guardacosta de la Marina de Guerra, quedaron Hugo Kundhart y el nicaragüense Alberto Ramírez, heridos entre sí en un confuso incidente, el costarricense Alfonso Leiton, herido por un soldado dominicano, y Salvador Reyes Valdez, quien fungía como paramédico. Los tres norteamericanos y el nicaragüense Alejandro Selva fueron los primeros en abandonar el hidroavión y separarse del grupo principal. Tres días después fueron capturados y fusilados en el acto.
A 52 horas después del desembarco, el 22 de junio, el grupo principal fue emboscado y apresado por guardias y campesinos, entregado a las autoridades encabezadas por el capitán Dominico Pérez y el gobernador de Puerto Plata, Antonio Imbert. Gugú Henríquez y Manuel Calderón lograron evadirse pero fueron capturados más tarde y fusilados por instrucciones de Trujillo. Ya el dictador tenía en sus manos al contingente indispensable para presentarlo ante la OEA como medio de prueba del intervencionismo de Cuba, Costa Rica y Guatemala en los asuntos dominicanos.
Sobrevivieron y fueron enjuiciados: Horacio Julio Ornes Coiscou, Tulio Hostilio Arvelo Delgado, José Rolando Martínez Bonilla, Miguelucho Feliú Arzeno, y el nicaragüense José Félix Córdova Boniche. Diez años después, Feliú Arzeno participaría en la expedición del 14 de junio de 1959, ofrendando su vida por la causa libertaria dominicana.
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Manuel Brugal Kundhart sobre el Frente Interno:
“Contar ahora que en plena dictadura de Trujillo un grupo de jóvenes puertoplateños creó una organización que se puso en contacto con el exilio dominicano en Puerto Rico y trajo armamentos desde allá para constituirse en contraparte armada interna de expediciones militares provenientes del exterior, y que también proveyó de armas a otro grupo que se proponía atentar contra la vida del tirano en la capital, es algo que parece increíble”, dijo.
Recalcó el valor de Spignolio Mena, quien fundó el Frente Interno de Liberación en febrero de 1945, en Puerto Plata, e invitó a tres pares de amigos, que llegaron por distintas vías y medios, a juntarse con él en la playa del Viejo Mejía, cerca de la ciudad, sin saber ninguno el propósito de la reunión.
Brugal Kundhart manifestó que esos amigos eran César Dottin, Pablito Ricardo, Luis Ortiz Arzeno, César Bordas, José Rafael Bordas Castellanos y José Augusto Puig Ortiz.
Recordó que el Frente Interno de Liberación esperaba la expedición de Cayo Confites un domingo de septiembre de 1947 y que el aborto de la expedición, conocido en Puerto Plata a través de la emisora de radio cubana 1010, fue muy frustrante para sus miembros, ilusionados con la posibilidad de derrocar a Trujillo.
Academia realiza conversatorio sobre la gesta de Luperón 1949
Academia Dominicana de la Historia
Manuel Andrés Brugal Kundhart
(Publicado por El Nacional, 7 de julio, 2018)
Miguel Polanco
Pablo Borrero
Ramón Fernández (Molonche)
Ramón Sarita
Lorenzo (Negro) Sarita
Luis Ortiz Arzeno
Fernando Inoa
Antonio Inoa
Ramón López Vásquez
Tomás Diloné
Carlos Ramirez y otros 8 más
(Ver Clio, edición No. 176 - La lucha contra Trujillo por Alberto Bayo, pág. 176). Entre otros asesinados en esa ola de ejecuciones, fuera de Puerto Plata contamos al Ing. "Trene" Perez Garrido, asesinado en Santo Domingo el 7 de julio, 1949 usando como coartada el socorrido expediente de un accidente de carretera.
El reconocido historiador Max Puig también menciona a estos ejecutados en su articulo 61º Aniversario de la Gesta de Luperón, www.museodelaresistencia.org.
Nota: Esta caceria de 1949 no se debe confundir con las persecusiones de finales de 1959 y principios de 1960 del 1J4 y los panfleteros de Puerto Plata, de los cuales mencionamos algunas victimas en la sección BREVES más abajo.
Fernando Suarez y Fernando Spignolo: Entre los esfuerzos de la resistencia interna por derrocar a la dictadura, se incluye el Frente Interno, cuya sede principal fue Puerto Plata. Su objetivo era resistir, sabotear al régimen y servir de apoyo logístico a la expedición que se estaba organizando en Cuba en 1949. El SIM logró identificar a los dos jefes del Frente Interno en Puerto Plata, Fernando Suarez y Fernando Spignolo, y los tenía bajo fuerte vigilancia. Cuando Trujillo se enteró del desembarco, inmediatamente ordenó que la casa en que tenían ubicados a Fernando Suárez y a Fernando Spignolio fuera atacada por las fuerzas del ejército.
"Cuentan los vecinos que los soldados fueron implacables y que después de una verdadera batalla campal en la que los líderes del Frente Interno se defendieron valientemente, al fin sucumbieron por lo desigual de las fuerzas. Los cadáveres de ambos fueron sacados de la vivienda y acribillados a balazos."
OTRO EPISODIO DE LA LUCHA CONTRA TRUJILLO:
La expedición de Luperón de 1949
Alejandro Paulino Ramos
Academia Dominicana de la Historia
19 de junio, 2019
ACENTO.com
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Domingo 19 de junio de 1949. Un reducido grupo de costarricenses, dominicanos, nicaragüenses, guatemaltecos, cubanos y americanos descendieron del hidroavión Catalina en el atracadero de la pequeña comunidad de Luperón, próximo a la ciudad de Puerto Plata. Eran las siete de la noche, minutos más o minutos menos, pero todos venían con la mente puesta en un solo objetivo: impulsar la lucha armada para derrocar la dictadura de Trujillo, que ya se prolongaba por diez y nueve años.
Diez y seis expedicionarios, partes de un grupo mayor que no llegaba a los cincuenta hombres, encabezado por Horacio Julio Ornes Coiscou, quien pensaba en territorios dominicanos antes de esa hora, otros insurgentes tenían estar combatiendo contra los militares de Trujillo, pues se suponía desembarcaron antes que ellos en cuatro aviones que los trajo desde San Jose, Guatemala, con toneladas de armamentos y pertrechos de guerra; pero la mala suerte, la improvisación y la desorganización estaban en contra de ellos:
El grupo que descendió en la localidad de Luperón, estaba integrado por José Rolando Martínez Bonilla, en funciones de Jefe del Estado Mayor para la zona de Puerto Plata; el veterano de la Segunda Guerra Mundial Federico Henríquez Vásquez, (Gugú); Alejandro Selva y Alberto Ramírez, ex militares de la Guardia nacional de Nicaragua, además del nicaragüense José Félix Córdoba Boniche. También Alfonso Leiton, veterano de la revolución de Costa Rica en 1948; Hugo Kundhardt, dominicano, graduado en la universidad de Santo Domingo y en la de Harvard; Manuel Calderón Salcedo, dominicano estudiante de medicina en La Habana; Salvador Reyes Valdez, dominicano estudiante de medicina. Además, el abogado dominicano Tulio H. Arvelo Delgado y Miguel Feliú Arzeno. El grupo estaba acompañado de una tripulación formada por el capitán piloto John M. Chewing; el copiloto Habet Joseph Maroot, y el ingeniero mecánico Raymond Scruggs, todos de los Estados Unidos. [1]
Algunos de los luchadores anti trujillistas habían tenido cercanas experiencias en Cuba, con los preparativos de guerra Cayo Confites, y en la revolución de Costa Rica de 1948, integrando lo que se conoció como Legión del Caribe.Para sus planes contaron con el apoyo de los gobiernos de Guatemala, Cuba y Costa Rica, especialmente con el gobierno de Juan José Arévalo.
El plan consistía en desembarcar en territorio dominicano con cinco aviones en los que viajarían un grupo no mayor de 50 hombres con experiencia militar, para introducir una importante cantidad de armas de guerra que supuestamente estaban siendo esperadas por “miembros de organizaciones clandestinas” del Frente Interno. La cantidad de armas permitiría armar a unos mil doscientos hombres; pero en el inicio de la operación una parte de esos pertrechos tuvieron que ser abandonados.
Con esas armas y el apoyo del Frente Interno, se abrirían tres agrupamientos en los lugares en que desembarcarían los insurgentes: el general Juancito Rodríguez descendería con dos aviones en la zona de La Vega; Horacio Ornes Coiscou con un hidroavión por la región de Puerto Plata, y el general Miguel A. Ramírez, con otros dos aviones llegaría a la zona de San Juan de la Maguana. Los gastos de guerra fueron sufragados en gran parte por el hacendado Juancito Rodríguez, quien desde su salida del país había aportado los recursos necesitados por los exiliados que preparaban la lucha contra Trujillo.
La dirección del movimiento estaba constituida por el general Juancito Rodríguez García quien tenía la jefatura de la expedición; el general Miguel A. Ramírez como Jefe del Estado Mayor y el coronel Horacio J. Ornes Coiscou como jefe de Operaciones. También tenían vínculos con la operación, Eufemio Fernández, ex jefe de la policía secreta cubana, y el licenciado José A. Bonilla, que hasta 1946 fue vicerrector de la Universidad de Santo Domingo. También el profesor Juan Bosch.
En términos políticos, el movimiento perseguía, una vez derrocado Trujillo, la integración de una Junta Revolucionaria y el establecimiento de un gobierno democrático que garantizara las libertades públicas, reforma agraria, código de trabajo, seguro social y crédito agrícola. Además, la eliminación del analfabetismo, autonomía universitaria, libertad de pensamiento y de reunión, así como libertad de sindicalización.
Sobre la fallida insurrección de junio de 1949, que debía comenzar con la llegada de los expedicionarios, existen varios textos. Resultan de gran valía el libro de Horacio Ornes Coiscou Desembarco en Luperón (1955), y el expediente del Proceso Judicial Expedicionarios de Luperón, 1949, publicado por la Procuraduría de la República en 1998. La prensa escrita de la época, aunque desde la óptica del régimen, contiene numerosas informaciones relacionadas con la reacción de las autoridades al momento de enfrentarse a los oposicionistas.
En el relato de Ornes en Desembarco en Luperón se cuenta lo siguiente:
“La noche del 17 de junio de 1949—narra Horacio Ornes quien era el principal líder de los que llegaron por la población de Luperón—un grupo de jóvenes e idealistas revolucionarios latinoamericanos nos encontrábamos en Puerto Barrios, Guatemala, haciendo los preparativos para un largo y arriesgado viaje por el Mar Caribe (…). Abordamos en la madrugada del día 18 una pequeña embarcación que lentamente nos condujo por las tranquilas aguas del Lago Izabal hasta el caserío de El Estor, situado en una de sus orillas, en plena jungla guatemalteca. [2]
En ese lugar, en el Lago Izabal, debían de embarcarse hacia República Dominicana en el hidroavión “Catalina” PBY, que esperaba para trasladar al grupo de hombres y los pertrechos militares, muchos de ellos recuperados de los que habían formados partes del intento expedicionario de Cayo Confites. Una vez dispuestos a cruzar el mar caribe y en el momento en que se suponía los aviones restantes zarparan y dieran la señal de partida, los combatientes comenzaron a tener innumerables contratiempos con las armas y el combustible, pero todos fueron resueltos aunque al costo de la pérdidas de armas.
Luego de detectar en el cielo unos aviones que se movían sobre el lago Izabal, los combatientes decidieron su salida hacia el territorio dominicano, lo que aconteció en horas de la mañana del domingo 19 de junio. A las seis de la tarde estaban pasando sobre territorio haitiano. Pensaban que a esa hora ya en las costas y montañas dominicanas se estaba combatiendo a la dictadura; pero realmente eso no estaba aconteciendo. A las 7 de la noche llegaron a su destino, pero nadie los esperaba. [3] La expedición estaba llamada al fracaso desde antes de su salida de Guatemala. Los cuatro aviones que completaban la misión no partieron como se esperaba. Por el contrario, comenzaron a encontrarse con problemas que al final hicieron se abortara la operación político-militar. De esa manera, los combatientes que llegaron por Luperón se encontraron completamente solos.
La situación, con lujos de detalles, aparece narrada en el libro de Ornes Coiscou y en los interrogatorios practicados contra los prisioneros sobrevivientes. La iniciativa entró en crisis debido no solo a los contratiempos con los aviones, sino también por la irresponsabilidad de algunos de los líderes implicados. También por las traiciones y por las delaciones de los infiltrados que informaron sobre los preparativos, y por situaciones inesperadas.
Década de 1940
1940
- Trujillo, Caribbean Dictator, Alfred H. Sinks - Ensayo (8 págs).
En 10 años, Trujillo "ha construido la más completa de todas
las dictaduras actuales... es una monocracia absoluta". Dice que
los dominicanos “tienen significativamente menos libertad que los
súbditos de Mussolini o de Hitler; …"el régimen más
totalitario del mundo lo tenemos justo aquí, al lado de Estados
Unidos." Observa que Trujillo es sencillamente una "feliz
mezcla entre Hitler y Al Capone." (Ver The American Mercury,
Vol. LII, No. 202, oct. 1940, pág. 164).
1945 - “Terribles fueron las persecuciones, las violencias, los crímenes que se cometieron en Santo Domingo por orden de Trujillo...pero no sé qué habrá sido peor a la larga para el pueblo dominicano, si el terror implacable de aquel régimen o la paulatina degradación moral que produjo.” (Memorias de una emigración, Santo Domingo 1939-1945 - Págs. 184, 187 - Vicente Llorens fue un historiador, exiliado español que vivió en RD entre 1940 y 1945.)
1945 – Informe confidencial del embajador americano Elliot O. Briggs (fecha: 3 de enero, 1945): “No se puede ignorar que Trujillo gobierna la República Dominicana por medio del miedo, basándonos en su inclinación demostrada de emplear medidas súbitas, despiadadas y represivas en contra de cualquier individuo que se le oponga”… Un dictador del carácter de Trujillo duro, competente, corrupto, despiadado e increíblemente vano considera poco necesario el apaciguamiento en sus relaciones internacionales”. (Office of the Historian, State Dept.; también en documental: El Poder del Jefe -Parte II).
1945 – Informe confidencial de Joseph F. McGurk, embajador de Estados Unidos en RD: "Recientemente fue encontrado el cuerpo de un hombre colgado frente a la Secretaría de Agricultura de Ciudad Trujillo. Dicho cadáver lo encontraron empleados que llegaban a sus oficinas para laborar en la mañana. Fuentes confiables informaron también que se encontró otro cuerpo colgado en el pueblo de Cotuí y tres más en Nagua. Se dice, aunque no se ha confirmado, que lo mismo ha sucedido en varios pueblos.” - Documental: Trujillo: El poder del Jefe - Parte II - René Fortunato.
1946 – Trujillo, Tyrant of the Antilles – 5, 8 y 12 de julio, 1946 - The Virgin Islands Daily News – Una serie de 3 artículos dedicados a exponer los crímenes, robos, corrupción y abusos del Trujillato. Los tres artículos están repletos de ejemplos, críticas y pruebas.
1947 – Extenso informe confidencial (18 páginas) de
Enrique Gajardo Villaroel, embajador chileno, al canciller de Chile –
30 de agosto, 1947. “Más tarde debía enfrentarme a la triste
realidad política de un pueblo que gime desde hace 17 años en la
más oprobiosa de las dictaduras… Se cuentan por miles las víctimas
del régimen: fusilamientos, asesinatos, deportaciones,
persecuciones, confiscaciones de bienes, etc. La vida carece de valor
y de significación cuando se trata de defender la dictadura...
“Traigo de ella una sensación de profunda tristeza ante el
espectáculo de un pueblo envilecido y ultrajado por una de esas
dictaduras de tipo tropical que no tiene, por cierto, ni la
justificación...”
1947 - “Se considera que el dictador es un experto en asesinatos en masa. Es el dueño del más grande y más moderno matadero del mundo. Sin embargo, formalmente es propiedad del Estado.” Menciona “el asesinato de 60 personas hace poco” y la masacre de 12,000 haitianos (Dictador en una isla ensangrentada, Der Spiegel, Alemania, 12 de julio, 1947).
1947 – Beautiful Murder – LIFE Magazine, vol. 22 – 2 de junio, 1947, págs. 7-10: “Pistoleros, esbirros, lemas esculpidos que alaban a Trujillo y las imploraciones de los dos periódicos de Trujillo dominan al dominicano corriente quien no es un ser particularmente político y gana 60 centavos al día… Trujillo logra una combinación entre la crueldad de la España medieval y la ampulosidad tropical que estalla en asesinatos en masa y torturas, una de las cuales se remonta a la Inquisición”.
1947 - "Un dictador a la par del cual Hitler y Mussolini no fueron más que criaturas, un dictador que reina sobre sus dos millones de compatriotas de una manera implacable, más absoluta que cualquier tirano medieval o sultán oriental." Journal et Feuille d’Avis de Valais - Sion, Suiza - 23 de abril, 1947 – Edición no. 46 – Pág. 1
1949 – “La Foreign Policy Association americana ha calculado en 5,000 los que en el pasado han recibido sentencia de muerte en una población total de 2 millones… Sus vacas son ordeñadas por soldados del ejército. Le vende la leche al Partido Dominicano que él encabeza, El Partido recaba los fondos que necesita por medio de 'deducciones voluntarias' de los salarios de los empleados públicos y distribuye la leche gratis a los necesitados. Los funcionarios del Partido entonces les dicen ‘Dios y Trujillo te dan leche’.” (Gott und Trujillo geben dir milch, Der Spiegel, Alemania, 7 de julio, 1949.)
La Lucha Anti-Trujillista
https://laluchaanti-trujillista.blogspot.com